Poetas leen poesía

Rubén Enrique Guerrero habla de un poema de Ricardo Zelarayán

Materia Prima Melancólica

A tu cuerpo se lo llevan a pulso las palabras que se dicen para no hablar.
Carretilla sin rueda, tu baúl de cartón colorado se derrumba entre las vías muertas.
Y todo huele a pluma quemada.

Pasan dos peones forcejeando en una zorra. Y ya se alejan hipando:
-¡No te echés p’atrás, brasa en el culo!
-Y vos no me sigas dando soga, che…

Eras nomás la vecinita aquella, la que esperaba el ómnibus
en el descampado, bajo la sombra rala del paraíso aquel.
Última chance: las palabras resbalan como agujeros de cinturón.

Hay que llevarse el cuerpo que amenaza siempre con la última palabra.
La palabra filosa contra los palabreros de ley que acabarán por apalabrarnos.

Metido en bolsa de arpillera se sienten las patadas de los materos
de amargos. Después, el gusto del sisal con que te cosen la boca,
las orejas, los ojos y el culo, naturalmente.

El tordillo desensillado masca sus brotes agrios. Hay moscas sobre
la bosta dulce y fresca. La roldana canta y canta mientras el balde
sube y baja. Agüita de las palabras.

Es sábado. Los obreros de vialidad ya se fueron de farra. El viento
silba entre las chapas de la casilla solitaria junto a la ruta. Poco
más allá, rosa de fuego en la penumbra, un camión arde ahí nomás,
haciendo señas.

 

Sobre Materia prima melancólica dice Rubén Enrique Guerrero:  

La materia prima: la palabra.

Lo que me más me pegó de este poema de Zelarayán es esa idea de que hay palabras que se dicen, pero no son palabras que se dicen para hablar. Palabras que adquieren la capacidad de llevarnos, eso sí, no sabemos dónde. Esas palabras que se dicen pareciera que se van acumulando. Son escenas. Hay movimiento. El poema tiene pequeñas escenas, esas escenas le marcan el ritmo. En este poema parece que todo lo que decimos para no hablar se vuelve corriente que empuja o cualquier cosa que traccione a pulso. Palabras que son pura comunicación y nos arrastran. Entonces, esas palabras que se dicen: ¿son puro juego? ¿pura distracción? ¿puro pucho? ¿pura “carretilla sin rueda”? ¿pasatiempo? ¿escondite? ¿y  para qué decimos esas palabras? ¿para arrastrar qué cosa? Ay! mejor me callo.

De esa primera línea del poema me quedan un par de preguntas,  y algunas otras cosas: ¿a dónde es llevado ese cuerpo? Viaje en zorra, paseo ferroviario, trabajo de obrero, viaje por vías muertas, tiempo de charla. Charlar es un viaje a no sabemos dónde. Decir no es hablar.

Otras: ¿qué será hablar? ¿qué palabras deberíamos usar para hablar? ¿hay palabra pura?

Tenía entendido que las palabras se usan para entendernos, o no, con los otros, organizarnos, etc. pero en este poema eso que se le dice al otro es pasa tiempo, chiche, máscara, o pura organización. Si las palabras se usan para no hablar, entonces, la utilidad del lenguaje me parece otra: ocultar.

Lo que me queda: hablar es todo lo que no es palabrerío. Hablar no es fácil. Hablar con palabras parece imposible. Hablar no es juego.

La materia prima melancólica: no hablar. 

En el poema creo encontrar dos tipos de palabras; una esquiva, resistente y la otra, visible, engañosa “palabra filosa contra los palabreros de ley que acabaran por apalabrarnos.” Tomo una postura, me inclino por un tipo de palabra. Me reservo por cual. El poema propone que “Hay que llevarse el cuerpo que amenaza siempre con la última palabra” ¿pero entonces qué? Ya no habrá palabra. Habrá que hablar. Horror. Mejor salgamos de paseo “Última chance: las palabras resbalan como agujeros de cinturón” y “un camión arde ahí nomás, haciendo señas.” Qué felicidad, ya podemos volver a no hablar. Eso me gusta del poema.

Rubén Enrique Guerrero nacío el 29 de mayo de 1982 en Avellaneda. Actualmente vive en Adrogué. Es Redactor publicitario. Está por finalizar la carrera Licenciatura en letras de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Es exfutbolista. Colaborador en la editorial Zindo & Gafuri. Participó en el grupo de poesía “Paladar espina”. Cantante en el proyecto musical ellamente -música y poesía- y en otros proyectos musicales (a fines de Julio va a estrenar uno). En 2013 publicó el libro de poesía No transpira con el sello editorial Zindo & Gafuri. En estos próximos días sale su segundo libro Ahora que estamos en verano.

 

 

 

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