{"id":5569,"date":"2016-04-20T13:55:33","date_gmt":"2016-04-20T13:55:33","guid":{"rendered":"\/?p=5569"},"modified":"2024-03-01T11:58:42","modified_gmt":"2024-03-01T14:58:42","slug":"la-herencia-de-ortega","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/v4.cceba.org.ar\/la-herencia-de-ortega\/","title":{"rendered":"La herencia de Ortega"},"content":{"rendered":"

Por Francisco Jos\u00e9 Mart\u00edn*<\/em><\/strong><\/p>\n

A primeros del pr\u00f3ximo septiembre, en la Fundaci\u00f3n Ortega y Gasset Argentina dar\u00e1 inicio un congreso internacional conmemorativo del primer viaje de Ortega a Argentina. Bueno ser\u00e1 evitar los tonos laudatorios y hagiogr\u00e1ficos, el cierre en defensa y las lecturas sin horizontes, y tambi\u00e9n las f\u00e1ciles condenas y los t\u00f3picos que, sin revisi\u00f3n, se arrastran desde anta\u00f1o. Bueno ser\u00e1 concentrar la atenci\u00f3n en el estudio efectivo de su obra, pues eso es, sin que pueda ser otra cosa, lo que es ya Ortega, una obra, un corpus transformado en legado. Su figura hist\u00f3rica pertenece al pasado, siendo, por tanto, en la historia donde debe buscarse su eficacia; y si alguna ense\u00f1anza puede, indudablemente, sacarse de ella, nada comparable a la segura disponibilidad que ofrece su obra, abierta siempre hacia el porvenir, siendo el presente, cualquier presente, su campo de acci\u00f3n. Ortega se entreg\u00f3 en cuerpo y alma: en cuerpo textual y en alma de sentido.<\/p>\n

Hora es de correr al reparo del largo desencuentro de Ortega con la Espa\u00f1a democr\u00e1tica, donde su legado intelectual ha sido reclamado y denostado, a la vez, por tirios y troyanos, que es la forma extrema de no reivindicar nada, de no recoger nada, pues en ning\u00fan caso ha habido \u00e1nimo, en efecto, para hacer de su herencia algo vivo, actual y actuante, sino s\u00f3lo una confusa voluntad de apropiaci\u00f3n con claras inclinaciones de parte. Y otro tanto cabr\u00eda decir de otro desencuentro, quiz\u00e1 menos conocido, pues la superficie de las cosas parece decir lo contrario, pero a la postre m\u00e1s sutil y tan dram\u00e1tico como el anterior, entre Ortega y la Am\u00e9rica de lengua espa\u00f1ola.<\/p>\n

Y hora es tambi\u00e9n de correr al reparo de otro desencuentro, acaso tan grave como los anteriores, o, si cabe, a\u00fan m\u00e1s, pues acaba desvelando un d\u00e9ficit general de la cultura hisp\u00e1nica, una condici\u00f3n de subalternidad y de dominaci\u00f3n que nos cierra el acceso para poder contribuir eficazmente en la conformaci\u00f3n del mundo presente. El aislamiento de Ortega en el orden cultural salido de las ruinas de la II Guerra Mundial, su frecuente olvido en los foros internacionales, la soledad en que yace su obra dentro de las grandes corrientes de la filosof\u00eda contempor\u00e1nea, son \u00edndices claros de una cuenta pendiente, no de Ortega, en este caso, obviamente, sino del orteguismo y de los estudios orteguianos. Quien elev\u00f3 el nivel filos\u00f3fico de la cultura hisp\u00e1nica a la altura de los tiempos y fue capaz, con su obra, de posibilitar y de potenciar la recepci\u00f3n de la filosof\u00eda moderna, incluso en sus \u00faltimos desarrollos, en Espa\u00f1a y en la Am\u00e9rica de lengua espa\u00f1ola; quien fue, sin duda, uno de los primeros en diagnosticar la crisis de la modernidad y dej\u00f3, con su obra, una respuesta a la misma, clara y contundente, acaso ejemplar, una respuesta que no hu\u00eda de la modernidad, sino s\u00f3lo de su crisis; quien fue, en fin, protagonista, no s\u00f3lo en Espa\u00f1a y en Hispanoam\u00e9rica, sino tambi\u00e9n en la cultura europea de entreguerras y abog\u00f3 con decisi\u00f3n por un espacio europeo com\u00fan y tambi\u00e9n por una renovaci\u00f3n eficiente y no banal de los lazos hisp\u00e1nicos, se encuentra hoy, parad\u00f3jicamente, en una situaci\u00f3n de fuera de juego. Y es un fuera de juego real, pues aunque su nombre y su obra suenen y se hable de ellos, es s\u00f3lo como rumor de fondo en el fondo indistinto del esp\u00edritu de un tiempo pasado, como eco lejano de un coro en el que su voz suena, s\u00ed, pero no se oye n\u00edtida, o mejor, no somos capaces de reconocerla en la indistinci\u00f3n de voces que acompa\u00f1a las primeras voces, esas voces que se han alzado, en nuestra reconstrucci\u00f3n hist\u00f3rica, con el protagonismo de la \u00e9poca.<\/p>\n

\u00bfQu\u00e9 dej\u00f3 Ortega? \u00bfCu\u00e1l es su legado? No se agota el problema de la herencia en la determinaci\u00f3n de la cuant\u00eda y del valor, sino que, como medalla de dos caras que es, acaba se\u00f1alando siempre hacia la direcci\u00f3n de los herederos. \u00bfQui\u00e9nes son? \u00bfQu\u00e9 han hecho con ella? Hablamos de herencia intelectual, es obvio, pues la otra carece de inter\u00e9s p\u00fablico. Frente a ella, se puede decidir vivir de las rentas, como dec\u00eda Ortega que hace el se\u00f1orito satisfecho, dilapidando y malgastando el patrimonio recibido; y se puede tambi\u00e9n acoger con la responsabilidad de un destino, poniendo el propio esfuerzo a su servicio y trabajando en la direcci\u00f3n de su ampliaci\u00f3n y de su potenciamiento.<\/p>\n

Es f\u00e1cil percibir en nuestra historia reciente la incomodidad que ha causado esta herencia. Ortega ha sido una figura central en la conformaci\u00f3n de la cultura espa\u00f1ola de la Edad de Plata: sin una clara referencia a su acci\u00f3n p\u00fablica, a su m\u00faltiple actividad (profesor, conferenciante, escritor, editor, periodista) y a su diversificada funci\u00f3n (fil\u00f3sofo, intelectual, pol\u00edtico), no se entiende bien la confluencia de modernidad y de modernizaci\u00f3n llevada a cabo en Espa\u00f1a en el primer tercio del siglo XX. Pero es esta indiscutible centralidad suya en esa \u00e9poca dorada de la cultura espa\u00f1ola la que ha causado, y causa, inquietud entre tirios y troyanos. Algo de ella podr\u00e1 acaso imputarse a Ortega, sin duda, a su actuaci\u00f3n en aquellos a\u00f1os terribles de la Guerra Civil y del primer franquismo, pero no tanto como para ocultar o disminuir las amplias responsabilidades que cunden en lo que es un indudable caso de mala conciencia.<\/p>\n

En la Espa\u00f1a de Franco, Ortega y el orteguismo se convirtieron en el blanco principal de los ataques del nacional-catolicismo que dominaba la cultura oficial. El desmantelamiento del orteguismo fue su principal objetivo. El esp\u00edritu laico que recorr\u00eda su obra representaba un peligro claro para la nueva moral, siendo, adem\u00e1s, en el fondo, a pesar de los intentos de conciliaci\u00f3n que intentaron llevar a cabo algunos alumnos devotos, incompatible con ella. A ninguna de aquellas cr\u00edticas concede nuestra inteligencia de hoy el m\u00e1s m\u00ednimo valor. Son ajenas a la cultura democr\u00e1tica que hemos conquistado: no es la fe buen patr\u00f3n para medir ninguna filosof\u00eda.<\/p>\n

Para la cultura de oposici\u00f3n al r\u00e9gimen de Franco, en cambio, Ortega no habr\u00eda sido suficientemente contundente en el rechazo de la dictadura. Su regreso del exilio fue bastante para avalar una condena sobre la persona que acababa por afectar tambi\u00e9n a la obra. A esto se a\u00f1ad\u00eda, como obst\u00e1culo, la reivindicaci\u00f3n que los intelectuales falangistas hab\u00edan hecho de ella. No se repar\u00f3 que entre una obra y su recepci\u00f3n hay siempre una distancia ineliminable, y que del simple hecho de que el joven Primo de Rivera fuera un ferviente lector de Ortega no se segu\u00eda de consecuencia que \u00e9ste fuera tambi\u00e9n un fascista. Pero eran tiempos duros y no permit\u00edan matices ni distingos. Otra condena que no entraba en el m\u00e9rito de su pensamiento. Otra fe, aunque de distinto signo y car\u00e1cter.<\/p>\n

Aquellas condenas han seguido pesando en la Espa\u00f1a democr\u00e1tica, y han constituido y aun hoy acaso sigan constituyendo, en su nivel t\u00f3pico y acr\u00edtico, la causa principal de esa incomodidad repetidamente manifiesta ante la herencia de Ortega. Es hora ya de desandar el camino de aquellas condenas, no tanto en lo que respecta a su vigencia efectiva, pues carecen de ella, sino en lo que ata\u00f1e a la sombra que siguen proyectando.<\/p>\n

No puede \u2013ni debe\u2013 quedar desatendida la herencia de Ortega. \u00c9ste ser\u00eda un error de muy graves consecuencias, no s\u00f3lo para Ortega, sino, sobre todo, para nosotros mismos, espa\u00f1oles y americanos de lengua espa\u00f1ola, pues significar\u00eda renunciar a uno de los pilares m\u00e1s fundamentales de nuestra cultura contempor\u00e1nea. Sin su obra quedamos un poco m\u00e1s a la intemperie de los accidentes del mundo contempor\u00e1neo. Sin ella somos a\u00fan m\u00e1s pobres. Su obra nos sostiene en una identidad amplia y el\u00e1stica que no se afirma desde el pasado, sino desde la libre voluntad de querer dar vida a un proyecto. Ser como aventura lanzada hacia el futuro, no como determinaci\u00f3n hist\u00f3rica de la tierra y de la sangre. Ser siempre dentro de algo m\u00e1s grande, a cuyo engrandecimiento y mejora contribuimos.<\/p>\n

No puede ser tampoco, la herencia de Ortega, cuesti\u00f3n de reparto y de saqueo. No se trata de recoger lo que apetezca y pueda servir, y despreciar el resto. Una herencia es una donaci\u00f3n de responsabilidad. No es s\u00f3lo un tesoro, es tambi\u00e9n una carga y una condena. Una forma de destino. Se puede acoger o no, pues en principio a nadie obliga. Pero si se acoge, hay que aceptar su peso y llevarlo con alegr\u00eda, como dicen que hac\u00eda S\u00edsifo con su piedra. Nos corresponde si le correspondemos. S\u00f3lo as\u00ed puede evitarse la condena del destino. S\u00f3lo as\u00ed, desde la correspondencia y el merecimiento, se alcanza la plena libertad del destino del heredero. Y a este punto, lo que s\u00f3lo cabe al buen heredero es renunciar o hacerse merecedor de la herencia. La de Ortega espera s\u00f3lo quien se haga capaz de merecerla.<\/p>\n

 <\/p>\n

*Mart\u00edn <\/strong>es doctor en filosof\u00eda por la Universidad Aut\u00f3noma de Madrid y doctor en filolog\u00eda por la Universidad de Pisa. Ha ense\u00f1ado en las Universidades de M\u00fcnster y Siena, y actualmente es profesor titular de Literatura Espa\u00f1ola y de Historia del Pensamiento Hisp\u00e1nico en la Universidad de Tur\u00edn. Es director de la Colecci\u00f3n \u201cPiccola Biblioteca Ispanica\u201d, de la editorial Le Lettere de Florencia, y de la \u201cBiblioteca del 14\u201d y de \u201cPensar en Espa\u00f1ol\u201d, de la editorial Biblioteca Nueva de Madrid. Es miembro del Comit\u00e9 Cient\u00edfico de Rivista di Studi Italiani, Res Publica. Revista de Filosof\u00eda Pol\u00edtica, Pensares y Quehaceres. Revista de Pol\u00edticas de la Filosof\u00eda, Revista de Hispanismo Filos\u00f3fico, Revista de Estudios Orteguianos, Anales de Literatura Espa\u00f1ola y La Torre del Virrey. Revista de Estudios Culturales.<\/em><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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