{"id":6171,"date":"2016-07-26T18:00:20","date_gmt":"2016-07-26T18:00:20","guid":{"rendered":"\/?p=6171"},"modified":"2024-03-01T11:57:49","modified_gmt":"2024-03-01T14:57:49","slug":"violencia-natural-filosofia-sub-40","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/v4.cceba.org.ar\/violencia-natural-filosofia-sub-40\/","title":{"rendered":"Violencia natural: ganador de Filosof\u00eda Sub 40"},"content":{"rendered":"
Por Salvador Marinaro,\u00a0ganador del concurso Filosof\u00eda Sub 40, organizado por CCEBA y Direcci\u00f3n General del Libro, Bibliotecas y Promoci\u00f3n de la Lectura GCBA<\/strong><\/p>\n A partir del \u00faltimo cuarto del siglo XX, la incorporaci\u00f3n de la naturaleza al debate pol\u00edtico ha ido en aumento, acompa\u00f1ando un despliegue de cat\u00e1strofes ecol\u00f3gicas en igual ascenso. El preservacionismo, el ecologismo jur\u00eddico e incluso las posturas m\u00e1s radicales como la deep ecology<\/em>, poco han meditado sobre el sustento ideol\u00f3gico de esta incorporaci\u00f3n: \u00bfde qu\u00e9 manera la naturaleza se construye como sujeto pol\u00edtico?<\/p>\n El debate en el interior del derecho, introducido en el siglo XIX por las leyes de maltrato animal, en el mejor de los casos consider\u00f3 a la naturaleza -animal en primera lugar, luego ambiental en la segunda mitad del siglo pasado- como sujeto titular de una serie de garant\u00edas. Hubieron distintas justificaciones, que escenificaban posturas a veces contrapuesta; s\u00f3lo mencionar\u00e9 dos corrientes que son ilustrativas: por un lado, una serie de juristas sustentaron los derechos ambientales en base al derecho de una vida digna<\/em> de las generaciones futuras \u2013argumento que conlleva el siguiente problema: \u00bfQui\u00e9nes son esas generaciones futuras? \u00bfY por qu\u00e9 tienen garant\u00edas sin existir?-. De all\u00ed que se los incorpore com\u00fanmente a los llamados derechos de tercera generaci\u00f3n o derechos de los pueblos. Por el otro lado, una segunda corriente m\u00e1s cercana a la deep ecology<\/em>, afirm\u00f3 que la naturaleza debe ser pensada como sujeto titular de los derechos, no por la v\u00eda humana sino en su mera existencia -en la Argentina son importantes las meditaciones de Eugenio Zaffaroni cercanas a esta tendencia-. A nivel internacional, algunas voces clamaron que esta \u00faltima postura expande la noci\u00f3n de sujeto de derecho hasta el absurdo<\/em>. Si bien esta postura no ha prosperado, manifiesta hasta qu\u00e9 punto Occidente no ve con buenos ojos la propagaci\u00f3n de las prerrogativas del hombre a sujetos no-humanos. Dejando de lado estas cuestiones, en las justificaciones de los derechos naturales no hay una clara identificaci\u00f3n de qui\u00e9n y por qu\u00e9 solicita esos derechos. \u00bfEn qu\u00e9 punto la naturaleza se puede incorporar a la comunidad pol\u00edtica? \u00bfY en qu\u00e9 sentido es posible escucharla?<\/p>\n Inevitablemente, la urgencia con la cual los actores sociales solicitan los derechos de la naturaleza implica una posici\u00f3n en el universo pol\u00edtico que hasta hace menos de un siglo no ser\u00eda concebible. Esta urgencia se presenta gracias a un desenvolvimiento de cat\u00e1strofes ambientales que afirma con pie de plomo la necesidad de \u201cescuchar a la naturaleza\u201d: el Tsunami que afect\u00f3, mayormente, a Jap\u00f3n en el 2010 con el consecuente derrame radioactivo, el terremoto de Hait\u00ed y las m\u00e1s recientes inundaciones fueron comprendidas por los medios y por las voces p\u00fablicos como crisis ecol\u00f3gicas, que argumentaban a favor de una \u201ctoma de conciencia\u201d sobre la ecolog\u00eda a nivel mundial. Paralelamente al despliegue de esta violencia natural, Estados Unidos (mayor contaminante directo del planeta; cuya contaminaci\u00f3n indirecta, es virtualmente imposible de cuantificar) se ausent\u00f3 de la conferencia de R\u00edo + 20, que no lleg\u00f3 a un acuerdo convincente sobre las pautas a seguir a nivel internacional para la protecci\u00f3n ambiental. Las trabas de la potencia norteamericana no son una sorpresa y contin\u00faan una larga tradici\u00f3n del desinter\u00e9s hacia los derechos naturales (como la negativa al Tratado de Kyoto en 1997). En este punto se observa uno de los enormes problemas del establecimiento de los derechos naturales: \u00bfQu\u00e9 polic\u00eda vigilar\u00eda los cr\u00edmenes ecol\u00f3gicos? \u00bfQu\u00e9 pan\u00f3ptico se puede crear a lo largo y a lo ancho del planeta para defenderlo? \u00bfY si este pan\u00f3ptico no establecer\u00eda el triunfo del poder humano frente a la naturaleza en su totalidad?<\/p>\n Estas problem\u00e1ticas son complejas en relaci\u00f3n a las perspectivas que, frecuentemente, la han tenido en cuenta. Salvo excepciones profundas menos difundidas, el ecologismo se ha centrado en una forma muy liviana de la toma de conciencia, que no es otra cosa, que la asimilaci\u00f3n de la amenaza. Debemos pensar que toda nueva asignaci\u00f3n de derechos es el corolario de la incorporaci\u00f3n de un nuevo sujeto pol\u00edtico, que en este caso tiene la particularidad de no poder hablar por s\u00ed mismo.<\/p>\n La aparici\u00f3n de la naturaleza como ente pol\u00edtico lleva una contradicci\u00f3n con el paradigma occidental, sobre lo que consideramos habitualmente pol\u00edtico. La misma palabra \u201cpol\u00edtica\u201d est\u00e1 impregnada de un anti-naturalismo innegable: al fin y al cabo la Ciudad -la polis-<\/em> no es nada m\u00e1s ni nada menos que la creaci\u00f3n humana de un medio ambiente que se opone al Campo, segunda espacialidad del universo humanizado, como la naturaleza transformada en una unidad servicial de la Ciudad. La creaci\u00f3n de moradas, calles, lugares de provisi\u00f3n, transporte, conlleva la visi\u00f3n de un afuera hostil. Los elementos de consumo primarios de la Ciudad provienen de ese lugar que se separa conceptualmente. La naturaleza existe en cuanto Campo de la Ciudad y, por ende, dif\u00edcilmente entrar\u00eda en las decisiones pol\u00edticas m\u00e1s all\u00e1 de las perspectivas de su dominaci\u00f3n. El confort es quiz\u00e1s uno de los ejes primordiales de esta trama, porque no s\u00f3lo significa cubrir las necesidades del hombre para su auto-conservaci\u00f3n, sino tambi\u00e9n el mantenimiento de una v\u00eda de satisfacci\u00f3n de los deseos. Deseos, que como mitifica la econom\u00eda cl\u00e1sica y refuerza la publicidad contempor\u00e1nea, son vistos como inabarcables e insondables (quiz\u00e1s, se trata del mito constitutivo de la sociedad de consumo). Esto implica la incorporaci\u00f3n del hombre en la centralidad de la vida: la modificaci\u00f3n de las cadenas de causalidad complejas, que mantiene toda biosfera, para colocar al confort en el centro de existencia planetaria.<\/p>\n La modificaci\u00f3n de la naturaleza hacia el antropocentrismo es, nada m\u00e1s y nada menos, que el ejercicio primordial de dominaci\u00f3n. La dominaci\u00f3n hacia otros hombres \u2013 aqu\u00ed, conceptualmente, se extrae al ser-que-habla de la cadena viviente de la naturaleza por la constituci\u00f3n de una linealidad de satisfacci\u00f3n paralela que auto-erige sobre s\u00ed mismo- se establece en el v\u00ednculo del trabajo de extracci\u00f3n como primer paso productivo. La expropiaci\u00f3n de la plusval\u00eda se desarrolla en un entorno de forzamiento que incorpora al confort en la l\u00f3gica global de la bi\u00f3sfera. Como pensaba George Steiner, infinitas generaciones creando herramientas triunfantes frente a otras especies, de animales y de seres vivientes, generaron la conciencia de que todo era posible para el ser humano y nada le estaba negado. Es decir, su poder sobre todo lo que vive.<\/p>\n Los milenios de luchar por la supervivencia crearon el paradigma extractivo, que contin\u00faa, pese a las enormes advertencias provenientes del interior de ese mismo paradigma. Lo que es peor, la extracci\u00f3n es la facultad que representa el trabajo efectivo del propio hombre. El ejemplo m\u00e1s notorio est\u00e1 en Karl Marx que pensaba que la relaci\u00f3n principal del ser humano era el v\u00ednculo laborativo con la naturaleza. Gracias a \u00e9l se buscaba transformar, volver humano, al medio ambiente. Pero en este punto, se observa el problema de la pol\u00edtica actual, que involucra incluso la supervivencia del hombre. Est\u00e1 relaci\u00f3n, concebida como fundante, no es m\u00e1s que la humanizaci\u00f3n de todo el entorno, una forma de presentar la extracci\u00f3n y reformulaci\u00f3n de las cadenas de circulaci\u00f3n de la vida, sin un ejercicio que implique una devoluci\u00f3n consciente en ninguna de sus pasos, sino como deshechos.<\/p>\n Cuando Hannah Arendt argumentaba que la pol\u00edtica no surge de una constituci\u00f3n sustantiva del ser humano -en ese sentido para ella no existe el animal pol\u00edtico<\/em>– sino de los seres humanos en plural, porque el espacio de la pol\u00edtica era la relaci\u00f3n entre los diversos, se olvidaba que esa uni\u00f3n era producto de un afuera que el ser humano conceb\u00eda como hostil y ante el cual opon\u00eda la uni\u00f3n. El que vive fuera de la ciudad es un dios o un salvaje dec\u00eda Arist\u00f3teles, expresi\u00f3n que manifestaba las representaciones del entorno en el mundo griego. El hombre s\u00f3lo puede vivir en comunidad porque de esta manera domina a la naturaleza y domina a los otros. En la unidad sucumbe: no tiene garras, ni dientes afilados, ni olfato para detectar alimento a la distancia y sus cr\u00edas nacen completamente desprotegidas.<\/p>\n Requiri\u00f3 doblegar la naturaleza, desarmarla y reconvertirla a la medida, porque su centralidad es distinta a la del hombre. S\u00f3lo hace falta salir de la Ciudad, reconocer la posibilidad de un agresor, tanto virus, microbiano, como animales con la suficiente capacidad para devorarnos. La percepci\u00f3n de la hostilidad es a la vez desmesurada y pobre: por un lado, es la piedra angular de un especismo<\/em> desmedido (comprendido como el racismo a las especies no-humanas) que coloca a un hombre hipot\u00e9tico y descontextualizado (no todo humano es potencial beneficiario del paradigma extractivo) en el centro del planeta. Al mismo tiempo, esta percepci\u00f3n de la hostilidad es incapaz de asimilar una respuesta frente a la peligrosidad real del colapso ecol\u00f3gico. Quiz\u00e1s cabr\u00eda preguntarse si una postura similar al marxismo cl\u00e1sica no cabr\u00eda en estas circunstancias: primero, el cambio productivo y a ra\u00edz de este, el cambio en el aparato jur\u00eddico, estatal e ideol\u00f3gico.<\/p>\n Recientemente en una conversaci\u00f3n con el psiquiatra H.C. me coment\u00f3 que es posible pensar el paradigma extractivo como una relaci\u00f3n de Edipo sin padre, en el cual el ser humano dispondr\u00eda de la satisfacci\u00f3n plena de sus deseos sin ninguna oposici\u00f3n hasta el asesinato de la teta sagrada por agotamiento: lactancia acompa\u00f1ada por la defecaci\u00f3n como \u00fanica entrega. Una met\u00e1fora que parece contundente, pero sin embargo, no es del todo acertada. La naturaleza s\u00ed opone resistencia, m\u00e1s a\u00fan, es necesario reconocer su poder <\/em>para pensar un ecologismo cr\u00edtico. La naturaleza es autora de cuestionamiento y poder contra la Ciudad humana y de all\u00ed, su aparici\u00f3n en el escenario pol\u00edtico. Es necesario insistir en esta idea, el debate sobre los derechos de la naturaleza, o su preservaci\u00f3n, surgen en un momento de despliegue de una fuerza natural contra el ser humano nunca antes vista en la modernidad.<\/p>\n Incluso frente a las inundaciones, tornados, cambios en el curso de los r\u00edos y una serie de cat\u00e1strofes, la mirada habitual del ecologismo suele construir una naturaleza sin violencia: la forma can\u00f3nica de la madre que todo lo da y no hiere \u2013mirada que contribuye a reforzar la met\u00e1fora de H.C.<\/p>\n Las publicidades de las asociaciones a favor del medio ambiente construyen una idea del entorno como un para\u00edso perdido, o del animal como la variaci\u00f3n del \u201cbuen salvaje\u201d, que en \u00faltima instancia desarticula el atributo que impulsa a la naturaleza a constituirse como sujeto en la comunidad pol\u00edtico frente a los hablantes, y no \u00fanicamente como sujeto de la pol\u00edtica. Fotograf\u00edas de cachorros de tigre con ojos grandes, animales majestuosos con la mirada perdida en el horizonte: el problema de la fotog\u00e9nesis es que en ella reside el atributo latente de la justificaci\u00f3n del preservacionismo. Es decir, la afirmaci\u00f3n de que las generaciones futuras merecer\u00edan verlos en su total esplendor. Esta idea rebaja a la naturaleza a una forma de la mascota: busca humanizar sus pr\u00e1cticas, ritos y atributos, y sobre todo, cortarles las u\u00f1as, limarle los dientes y definitiva mostrar que no tiene poder. La constituci\u00f3n de un nuevo paradigma no puede surgir con la continuidad del ser humano en la centralidad del escenario frente a la peque\u00f1ez de la naturaleza. Incluso en el \u00faltimo libro de Eugenio Zaffaroni -el cual tiene un hallazgo fundamental: coloca en la misma l\u00f3gica las nociones contempor\u00e1neas de medio ambiente como sujeto de derecho, con la asignaci\u00f3n de garant\u00edas a las comunidades minorizadas, que no se reconocen como occidentales- da menor importancia a la violencia natural frente a la colaboraci\u00f3n posible entre el ser humano y el resto de los vivientes, es decir una simbiosis. De esta manera, minoriza la fuerza de la naturaleza frente el hombre.<\/p>\n Esta perspectiva es deudora de la hip\u00f3tesis Gaia<\/em> de James Lovelock que observa que en la naturaleza, no s\u00f3lo hay competencia, sino tambi\u00e9n mutua comprensi\u00f3n y contribuci\u00f3n; una b\u00fasqueda denodada por extraer a Charles Darwin de las garras de Herbert Spencer. Sin duda, ante el posible colapso no s\u00f3lo hay que pensar en detener la extracci\u00f3n sino tambi\u00e9n en una forma de reparaci\u00f3n que asegure el futuro de la vida en el planeta y all\u00ed mismo cobra importancia la posibilidad creativa del intelecto humano. Sin embargo, esta perspectiva no puede olvidar uno de los elementos fundamentales de la naturaleza como sistema: la capacidad de la naturaleza, su poder y en \u00faltima instancia la posibilidad de auto-regulaci\u00f3n. Los ecosistemas m\u00e1s equilibrados, como las selvas tropicales, no s\u00f3lo tienen una proporci\u00f3n enorme de colaboraci\u00f3n, algas que necesitan hongos, hongos que necesitan insectos, insectos que necesitan determinadas plantas, sino tambi\u00e9n cuando una especie tiene mayor \u00e9xito reproductivo que otra aparece un depredador especializado.\u00a0\u00a0\u00a0 La negativa de esta facultad est\u00e1 en el origen del paradigma extractivo y en \u00faltima instancia justifica el abordaje constante sin esperar ninguna respuesta. Lo m\u00e1s curioso es que esta tendencia a neutralizar las fuerzas naturales es una constante en una proporci\u00f3n alta del pensamiento ecol\u00f3gico. Ning\u00fan preservacionista considera necesario preservar la viruela, aunque es un material biol\u00f3gico pr\u00e1cticamente desaparecido, ni ser\u00eda posible hacer campa\u00f1a a favor de un animal que se alimentara exclusivamente con carne humana. Este es uno de las encrucijadas m\u00e1s grandes de\u00a0 la ecolog\u00eda: el reconocimiento del poder de la naturaleza es la base para la comprensi\u00f3n de un ser humano restringido frente a la posibilidad del colapso ecol\u00f3gico. Esta restricci\u00f3n significa, a su vez, el reconocimiento de un poder que no proviene del hombre.<\/p>\n En efecto, el avance de las tecnolog\u00edas m\u00e9dicas nos coloc\u00f3 por primera vez frente a la posibilidad de reconfigurar nuestro c\u00f3digo gen\u00e9tico y sacarnos a nosotros mismos del tejido intrincado de la vida en el planeta. Una posibilidad que recrudece a\u00fan m\u00e1s el paradigma extractivo: refuerza la idea de extraer el valor y eliminar lo humanamente inutilizable. Si es posible la construcci\u00f3n de un nuevo ser humano de un modo artificial: \u00bfCu\u00e1l ser\u00e1 la relaci\u00f3n que tenga con la naturaleza? \u00bfEste nuevo ser seguir\u00e1 necesitando agua, comida biol\u00f3gica, energ\u00eda proveniente del entorno?<\/p>\n Tanto para la cibern\u00e9tica como para las ingenier\u00edas de los genes ser\u00eda virtualmente imposible la construcci\u00f3n de una entidad auto-sustentable, que no necesitara en ning\u00fan aspecto del entorno para su fabricaci\u00f3n, dise\u00f1o o sustento.<\/p>\n A principios del 2012, Matthew Liao, Anders Sandberg y Rebecca Roache, profesores de bio\u00e9tica y ciencias de la Universidad de Oxford, de Londres y de Nueva York, publicaron un art\u00edculo donde propon\u00edan el redise\u00f1o del cuerpo humano para la lucha contra el recalentamiento global, es decir producir un cuerpo menos contaminante. Afirmaban cuatro modificaciones principales: la primera de ellas era volver al ser humano intolerante a la carne, para reducir la emisi\u00f3n de gases al medio ambiente generadas por el ganado, evitar el sufrimiento animal e impulsar la producci\u00f3n de prote\u00ednas vegetales diez veces m\u00e1s baratas. La segunda propuesta era convertir a los hombres en liliputienses. Para estos autores el enanismo conllevar\u00eda una disminuci\u00f3n en las tasas de consumo, como si esta dependiera directamente del tama\u00f1o de su est\u00f3mago y su estatura. La incre\u00edble genetizaci\u00f3n de los est\u00e1ndares occidentales de consumo lleva a estos autores a la necesidad de modificar directamente el cuerpo para cuestionar el actual sistema de producci\u00f3n. En \u00faltima instancia, este punto muestra una justificaci\u00f3n del sistema capitalista y el paradigma extractivo como si \u201cestuviera escrito en el ADN\u201d.<\/p>\n El tercer eje bordea y cae de lleno en el nazismo, afirma que es necesario disminuir las \u00edndices de natalidad a trav\u00e9s del reforzamiento de los niveles cognitivos. Necesito citarlo: \u201cDe hecho, parece haber un v\u00ednculo entre [el nivel] de cognici\u00f3n y bajas tasas de natalidad. Al menos en los Estados Unidos, las mujeres con menor educaci\u00f3n (cognitive ability<\/em>) son las que, a menudo, tienen hijos antes de los 18 a\u00f1os. Es decir, que otra posible soluci\u00f3n a la ingenier\u00eda humana es la utilizaci\u00f3n de un refuerzo cognitivo para descender las tasas de natalidad\u201d. La relaci\u00f3n causal entre nivel cognitivo -en todo el art\u00edculo hay una falsa homologaci\u00f3n entre cognici\u00f3n y educaci\u00f3n- y tasas de natalidad es desmedida y hasta sospechosa. Si bien, el aumento de la natalidad es una de las preocupaciones continuas de la ecolog\u00eda, es necesario poner la lupa en este aspecto. Algunas propuestas van desde una planificaci\u00f3n general de la natalidad, por v\u00eda de un determinismo pol\u00edtico, hasta nociones apocal\u00edpticas que proclaman la eliminaci\u00f3n de poblaciones enteras. En todo el planteo de la\u00a0 disminuci\u00f3n de la natalidad hay un modelo hegem\u00f3nico de reproducci\u00f3n familiar occidental: \u00bfpor qu\u00e9 no incentivar la homosexualidad para la disminuci\u00f3n de los nacimientos? Desideologizar el problema gen\u00e9tico y ecol\u00f3gico conduce a nuevas formas de colonialismo, donde f\u00e1cilmente se podr\u00e1 advertir qui\u00e9nes tendr\u00e1n el derecho a tener hijos y qu\u00e9 pa\u00edses, comunidades o sujetos no. De igual manera, una ecolog\u00eda que no reconozca el poder de la naturaleza est\u00e1 condenado al fracaso.<\/p>\n Por \u00faltimo, la cuarta afirmaci\u00f3n plantea incentivar farmacol\u00f3gicamente el altruismo y la empat\u00eda -Una pregunta, se\u00f1ores profesores de la Universidad de Londres, New York y de Oxford, \u00bfla bio-ingenier\u00eda puede hacer eso?- Este punto es absolutamente similar a todos los planteos ut\u00f3picos que se vienen planteando desde la existencia de las comunidades humanas, s\u00f3lo que esta vez es incentivado desde la gen\u00e9tica y los implantes bioqu\u00edmicos. Reformulando un conocido t\u00edtulo de Armand Mattelart, podr\u00edamos afirmar lo siguiente: los f\u00e1rmacos buscan reemplazar a las viejas utop\u00edas.<\/p>\n A nivel ecol\u00f3gico, este planteo contribuye a revalorizar al ser humano como fuerza modeladora de la naturaleza y poseedor exclusivo del poder. Unos meses despu\u00e9s de la publicaci\u00f3n en una revista cient\u00edfica del art\u00edculo de Liao, Sandberg y Roache, un comentarista del diario franc\u00e9s Le Figar\u00f3 public\u00f3 una columna donde afirmaba que no s\u00f3lo ser\u00eda posible adaptar gen\u00e9ticamente al ser humano para combatir al calentamiento global, sino tambi\u00e9n para vivir en \u00e9l. Esta segunda propuesta muestra hasta qu\u00e9 punto, la incorporaci\u00f3n de las herramientas gen\u00e9ticas, contribuyen a la apoteosis del paradigma extractivo. Al fin y al cabo, la explotaci\u00f3n farmacol\u00f3gica del cuerpo (principalmente, para \u201cextraer\u201d placer) no es una novedad del actual sistema y seg\u00fan algunos autores, constituye una de las principales v\u00edas de su legitimaci\u00f3n. No veo por qu\u00e9 no ser\u00eda, a su vez, la principal herramienta del siglo XXI para la dominaci\u00f3n completa de la naturaleza.<\/p>\n Sin embargo, la aparici\u00f3n de nuevas posturas, posibles adaptaciones y nuevos derechos esconde lo que salta a los ojos: la violencia natural contra el hombre. Esta violencia no es un elemento nuevo, cualquier habitante del campo sabe reconocer los signos de una inundaci\u00f3n y prepararse ante un tornado. Quiz\u00e1s por su cercan\u00eda y atenci\u00f3n a sus signos. La novedad, en este punto, es el \u00edmpetu colosal de las cat\u00e1strofes y en segundo lugar, su irrupci\u00f3n en la Ciudad, que hace colapsar las v\u00edas de canalizaci\u00f3n de las fuerzas naturales que la caracterizan.<\/p>\n Me detengo en este punto porque no deseo que mi propuesta de reconocer a la violencia de la naturaleza como una variable pol\u00edtica se confunda con un neo-malthuseanismo, que imponga una distribuci\u00f3n de bienes escasos a trav\u00e9s del exterminio. Reconocer la violencia como parte constitutiva de la pol\u00edtica no significa ni el asesinato a medida del racismo, ni la tortura como forma de concientizaci\u00f3n, sino la existencia de una v\u00eda de cuestionamiento del hombre en el centro de las cadenas vivientes a nivel planetario. M\u00e1s a\u00fan, es necesario observar que la naturaleza no es s\u00f3lo la eterna madre del ser humano, sino tambi\u00e9n una entidad poderosa que merece nuestro respeto y cuestiona nuestra capacidad para dominarla.<\/p>\n He aqu\u00ed, un punto evidente: la naturaleza no puede hablar, su separaci\u00f3n con el ser humano surge principalmente por el lenguaje; pero, eso es lo que nos muestra el actual desarrollo catastr\u00f3fico, la naturaleza debe ser escuchada por el peligro que significa y los l\u00edmites que le impone al ser humano. El ecologismo que reconoce a la naturaleza como un jard\u00edn ed\u00e9nico se olvida del miedo y la sensaci\u00f3n de acechanza que puede sentir el hombre en los entornos naturales, es necesario pensar la colaboraci\u00f3n con la naturaleza, pero tambi\u00e9n su capacidad de auto-regulaci\u00f3n sin el hombre. Es decir, debemos ser capaces de reconocer no s\u00f3lo el aspecto positivo para el ser humano, sino tambi\u00e9n aquello que no nos agrada. La violencia, como amenaza o efectiva, que se ejerce sobre la Ciudad es una forma constituyente de un nuevo derecho que busca reconocerla como tal. Por eso, es que a lo largo de este ensayo es necesario pensar el origen de una cuesti\u00f3n pol\u00edtica entorno a los l\u00edmites de la fuerza natural.<\/p>\n Los primeros pactos internacionales y encuentros entre mandatarios que tuvieron como eje el problema del medio ambiente sucedieron luego de la afirmaci\u00f3n real y contundente del cambio clim\u00e1tico y sus efectos a nivel social. La irrupci\u00f3n de la realidad en el entorno humanizado, de aquello que no era esperable en la Historia, caracteriza a la pol\u00edtica del siglo XX para Alain Badiou. Es lo que sucede con la aparici\u00f3n de la violencia natural ante la Ciudad. No era esperable y por ese se constituye como una cuesti\u00f3n pol\u00edtica urgente, que cuestiona a la organizaci\u00f3n actual de la comunidad humana y el poder constituido entorno a ella.<\/p>\n La naturaleza es una pieza de las decisiones pol\u00edticas desde el surgimiento del paradigma extractivo. Hist\u00f3ricamente siempre form\u00f3 parte de las b\u00fasquedas de producci\u00f3n, dominio y explotaci\u00f3n. Sin embargo, a lo largo de la modernidad la relaci\u00f3n entre el ser biol\u00f3gico y el ordenamiento humano fund\u00f3 un poder distinto, un poder hacia la vida como afirma Michel Foucault. Este poder tuvo un despliegue espectacular a mediados de la centuria pasada, con administraci\u00f3n de placeres, dolores f\u00edsicos, f\u00e1rmacos, pr\u00f3tesis y un abanico enorme de objetos de consumo, cuyo objetivo principal era la fabricaci\u00f3n del placer. Cobr\u00f3 su forma completa con la extensi\u00f3n a fines del siglo XX y los nuevos descubrimientos cient\u00edficos, principalmente biol\u00f3gicos e inform\u00e1ticos.<\/p>\n Sin embargo, all\u00ed aparece la contingencia hist\u00f3rica. La masa biol\u00f3gica del planeta irrumpi\u00f3 en la historia con un despliegue enorme que puso en jaque dicho poder hacia lo viviente. Lo que se le escap\u00f3 al poder era, nada menos que el ser biol\u00f3gico en cuanto tal, con su relaci\u00f3n a otras biolog\u00edas y fuerzas f\u00edsicas que nunca dejaron de pertenecer al entramado en el que habita. Este poder encuentra un enorme cuestionamiento por parte de la bi\u00f3sfera. Por eso, la violencia natural es fundamental para la experiencia pol\u00edtica del nuevo milenio, porque tiene la capacidad de cuestionar la centralidad humana.<\/p>\n La aparici\u00f3n de la naturaleza en la decisi\u00f3n pol\u00edtica, a mi entender, deja abierta dos posibilidades.<\/p>\n La primera, un recrudecimiento biopol\u00edtico, que capte la totalidad de las variables de lo viviente y, por ende, implique una extrema humanizaci\u00f3n de todo el planeta. All\u00ed jugar\u00e1n su juego las tecnolog\u00edas gen\u00e9ticas e inform\u00e1ticas, las adaptaciones f\u00edsicas del nuevo ser humano, y, en general, el utopismo tecnocr\u00e1tico, con la total reconversi\u00f3n de las cadenas vivientes de la naturaleza hacia el hombre como centro. Animales y plantas gen\u00e9ticamente preparados para ser un alimento m\u00e1s barato y de producci\u00f3n acelerada, microbios que coman nuestros desechos, virus que curen nuestros \u201cerrores\u201d biol\u00f3gicos y contribuyan al mantenimiento del status quo <\/em>en una extensi\u00f3n planetaria. Todo acompa\u00f1ado por una vigilancia total del entorno para optimizar el confort y la vida humana: erradicar, definitivamente, la violencia y poder de la naturaleza en la trama pol\u00edtica y la posibilidad de la contingencia.<\/p>\n En esta alternativa, el preservacionismo podr\u00e1 tener su lugar, a trav\u00e9s del establecimiento de espacios de excepci\u00f3n en los cuales el desarrollo de la vida natural seguir\u00e1 un curso delimitado por las pr\u00e1cticas humanas, cumpliendo un objetivo dentro de esta trama -investigaci\u00f3n, recreaci\u00f3n, en definitiva, \u201climpiar la conciencia\u201d- sin cuestionar el dominio global.<\/p>\n Por otro lado, la alternativa surge por la asignaci\u00f3n de derechos, la b\u00fasqueda de un pensamiento centrado en la naturaleza y no en el hombre y un respeto generalizado, tanto a las pr\u00e1cticas colaborativas como tambi\u00e9n a la capacidad de auto-regulaci\u00f3n de la naturaleza sin intervenci\u00f3n humana. Esto puede significar un establecimiento no s\u00f3lo de un lugar viable para la vida humana y no humana, sino tambi\u00e9n un poder distinto que no se legitime con la extracci\u00f3n y el deshecho. Para ello, es necesario el reconocimiento de la extrema Otredad de la naturaleza en la comunidad pol\u00edtica y saber escucharla no s\u00f3lo, a trav\u00e9s, de las especulaciones cient\u00edficas (surgidas en la construcci\u00f3n del paradigma dominante) sino a trav\u00e9s de sus manifestaciones totales y en las mismas marcas de nuestra corporalidad.<\/p>\n He utilizado a lo largo de este ensayo una categor\u00eda de naturaleza sin muchos miramientos y casi bajo un pretendido sentido com\u00fan, que siempre tiene algo de peligroso. Con ello buscaba mostrar la particular oposici\u00f3n que se hab\u00eda gestado en torno a lo humano y lo no humano, como un ejercicio que daba razones al dominio. El ser humano se auto-proclam\u00f3 con una serie de particularidades que lo diferenciaban del resto de los existentes: raz\u00f3n, habla, auto-conocimiento y un largo etc\u00e9tera, del cual depende el pensamiento occidental. Sin embargo, a lo largo de la historia estas categor\u00edas fueron cuestionadas y pese a las reformulaciones, parches conceptuales y negaciones, el ser humano no busc\u00f3 identificarse como parte de una entidad com\u00fan a todos los vivientes. Quiz\u00e1s, lo \u00fanico que lo caracteriza es la posibilidad de cuestionar la totalidad de la vida en el planeta.<\/p>\n Es bien sabido que los conceptos de separaci\u00f3n, que incorporan variables distintas, a veces opuestas y sin un hilo conductor claro, hablan m\u00e1s del poder de esa sociedad que del objeto de investigaci\u00f3n. De esta manera, el concepto de naturaleza iguala lo animal, lo vegetal, lo inanimado y la relaci\u00f3n de estos seres con su medio ambiente.<\/p>\n En el cuestionamiento de esta oposici\u00f3n binaria se observa la posibilidad de un ecologismo pleno y libertario. El ser humano forma parte de lo natural como un elemento de la cadena compleja, pero no es el \u00fanico ser que merece existir. Las teor\u00edas sist\u00e9micas de lo biol\u00f3gico tienden a representar a los espacios naturales como redes interrelacionadas donde una especie influye a la otra, donde un individuo depende del otro. La extrema transformaci\u00f3n que impuls\u00f3 el ser humano dej\u00f3 de lado la complejidad de esta trama y en estos momentos se presenta de una forma violenta y amenazante.<\/p>\n Sin embargo, all\u00ed tambi\u00e9n reside la posible liberaci\u00f3n del hombre. El reconocimiento de un poder natural, como fundamento de los derechos de la naturaleza, proclama un reconocimiento de lo viviente con sus facultades plenas, creativas y su capacidad de regulaci\u00f3n interna.<\/p>\n Un ecologismo libertario tiene que contribuir a la formaci\u00f3n un poder de la naturaleza que incorpore y, al mismo tiempo, limite al ser humano. Se trata de una forma de repensar la existencia en el planeta, esta vez circunscrita a una cadena de sujetos vivientes inter-necesarios e iguales. Un nuevo ecologismo debe reconocer los poderes de la naturaleza e incentivar el reconocimiento de las limitaciones humanas, no su capacidad para gobernarla, ni regularla o transformarla completamente; sino su desconocimiento frente a la complejidad de las cadenas de lo viviente. Este es el aspecto crucial para dar lugar a un ecologismo cr\u00edtico, que incorpore las problem\u00e1ticas contempor\u00e1nea de la ecolog\u00eda y al mismo tiempo, sostenga las bases para una antropolog\u00eda en v\u00ednculo con lo natural.<\/p>\n