Música

Agua en mis bolsillos: Copiloto Pilato

Documental de Claudio Agosto sobre la banda de rock sureño de los 90 Copiloto Pilato y recital

25 de junio 2015 – 19.00h
CCEBA Florida 943

Participan: Gustavo Alvarez Núñez, Mailen Gayoso, Santiago Rial Ungaro, Miguel Castro y Adrián Paoletti.
Copiloto Pilato: La grieta
Por Gustavo Álvarez Núñez

Serían mediados de 1989. Perro Negro era el nombre del bar y quedaba a metros de la estación de tren de Belgrano, ahí en el bajo spinettiano. Habíamos armado una fecha con Copiloto Pilato. Mi grupo se llamaba Grito Primitivo, y desde fines del 86 veníamos tocando. A Adrián Cayetano Paoletti lo había conocido unos años atrás. Y desde el primer momento sintonizamos. Ciertos poetas, ciertas músicas británicas, ciertos bourbones, cierta distancia… La amistad, cuando se da, a veces se erige con muy pocos motivos. Mínimos pero vigorosos.

El lugar en el que íbamos a tocar era bastante rockero, pero no así el sonidista, quien decidió en medio de nuestro show (Copiloto cerraba) irse. Ya se había asustado en la prueba de sonido, y sin explicación alguna cargó sus cosas y se fue. Con Adrián nos subimos a un auto: necesitábamos un micrófono y por lo menos un equipo de guitarra para sacar su voz. Sería la una de la mañana. Terminamos en la casa de un amigo de él, en la frontera entre Belgrano y el viejo Palermo, quien nos prestó lo que precisábamos. Volvimos al lugar y Copiloto tocó con esa rudeza y estoicismo que lo caracterizaba. Adrián, entre erizado y mustio.

Si algo recuerdo de los conciertos de Copiloto es la grieta, ese borde en donde se paraban. Su música se deslizaba en una cornisa: fileteada con la rabia del punk y la angustia del after (así lo llamábamos al postpunk); tejida con delicados hilos (las guitarras de Juan Manuel Posse Anchorena) y sutiles miradas casi sociológicas (Paoletti); y sustentada en una base lacónica (Diego “Tornillo” Fernández, en el bajo, y Fernando Ordoñez en la batería). La apuesta de Copiloto hay que registrarla en ese borde, en ese segundo en donde la desafinación y la fragilidad se transformaban en una estocada de luz intensa.

¿O será que viene a mi memoria un recital en un lugar de San Telmo, con el escenario muy alto, y donde vi caerse a Paoletti? ¿Esto yo lo soñé? Larga vida al legado de Copiloto Pilato.

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