Poetas leen poesía

José Manuel Lucía Megías habla de un poema de Jotaele Andrade

La forma de tus manos

 

todavía es demasiado pronto para hablar

sobre tu ausencia

 

aún cuando los árboles se hayan

inclinado

hacia su sombra

incontables veces

 

que se haya lacrado el idioma con que te entendías

con el mundo

 

no me resisto a tus cenizas

a  la porosa desnudez de tus huesos

a tus extrañas manos desliadas

de cada objeto

 

pero reconstruirte

esforzarnos en los detalles

en tu modo de exhalar el humo del cigarro

o de sentarte

es un esfuerzo inútil

 

es muy pronto para tallar tu corazón en mármol

para dejarte a la deriva en la memoria

 

siempre se adelantan otros muertos

otros rasgos

quizás más urgentes

 

sucede ahora que mi vida se aja

y recobra

o intenta recobrar

aguas lejanísimas

voces

cosas realmente sepultadas bajo tantos años

 

no contradigo tu carne disputada

tu sobrenombre flotando entre la niebla de los años

como un madero

sobre el que nadie sobrevive

o que jamás reverdece

 

no

sólo quiero decir que el mundo todavía tiene la forma de tus manos

 

Sobre La forma de tus manos dice José Manuel Lucía:

Hay algo de frágil, de estar a punto de quebrarse delante de nuestros ojos en el instante de la lectura cuando uno lee cualquier verso de Jotaele Andrade. Hay algo de límite y de fronterizo. Pero es toda una ilusión. La poesía de Jotaele Andrade es una roca, nacida de una vida plenamente sentida, fumada, bebida. Una mano, la forma de una mano, de “tu” mano puede ser un símbolo de nuestro mundo. Un poema de amor. Un particular poema. Un particular amor.

 

José Manuel Lucía Megías (Ibiza, 1967) es Catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid.  Publicó su primer libro de poesía en el año 2000: Libro de horas (Madrid, Calambur), que fue muy bien recibido por la crítica («Hacía tiempo que no se hablaba tanto de un primer libro como de éste en el que ahora me detengo, lo que resulta curioso, sobre todo si se tiene en cuenta que no trae faja de premio ni padrinos ilustres, que yo sepa»), al que le han seguido los siguientes títulos: Prometeo condenado (Madrid, Calambur, 2004), Acróstico, con prólogo de Rosa Navarro (Madrid, Sial, 2005), Canciones y otros vasos de whisky, con prólogo de Jaime Jaramillo (Madrid, Sial, 2006), Cuaderno de bitácora, con prólogo de Francisco Peña (Madrid, Sial, 2007), Tríptico, con prólogo de Fernando Gómez Redondo (Madrid, Sial, 2009), Trento (o el triunfo de la espera), en edición bilingüe español/italiano, con traducción de Claudia Dematté y prólogos de Luis Alberto de Cuenca y Pietro Taravacci, Se llamaban Mahmoud y Ayaz (Madrid, Amargord, 2012), Los últimos días de Trotski (Madrid, Calambur, 2015) y Voces en el silencio, junto  con Carlos Jiménez (Madrid, Pigmalion, 2016).

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